Era una plácida jornada de pesca. Los cuatro tripulantes del barco de recreo Trastada practicaban tranquilamente su deporte favorito a unas tres millas frente a Portosín cuando a lo lejos observaron una diminuta cabeza que se movía. «É unha foca», decía uno de ellos. «Non o, aquí non hai», explicaba otro. El patrón de la embarcación, Arturo Moares Pérez, quiso salir de dudas. Cogió los prismáticos y, atónito, observó cómo un perro nadaba sin cesar. Cuanto más lo llamaban, más apuraba hacia ellos. Al final, fue izado a bordo. Estaba exhausto, muy cansado. Era incapaz de beber.
Fue salvado de las aguas como Moisés. Y esa historia de la Biblia fue el argumento para bautizar al animal. Moisés fue rescatado de una muerte segura y ahora corretea y se recupera en la casa de un amigo del propietario de la embarcación, en Noia.
Arturo Moares comentó que estaban fondeados el sábado en la zona de Basoñas y a las diez de la mañana vieron pasar un barco de recreo. Poco después apareció el perro, a unas tres millas de tierra. Estuvo con ellos unas cuatro horas. En ese tiempo se fue recuperando y cuando pusieron proa a Portosín ya comía y bebía.
El perro, según su salvador, «é mansiño e obediente. Xa non quería saír do barco». Nada más llegar a puerto se convirtió en la estrella de la jornada e hizo un montón de nuevos amigos.
Ahora, Moisés ya es uno más de una familia del lugar noiés de A Barquiña. Fue salvado de las aguas y tiene una nueva oportunidad de vivir.
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