Decir que en Vigo hay un asesino suelto es una forma tremenda de empezar. Y si añadimos que no solo uno, sino presumiblemente varios, con el agravante de que se trata de psicópatas y asesinos en serie, quizás nos arruine el día. Pero no hay mejor forma de definirlos. Justamente hace un año alertábamos de la presencia de veneno en la ciudad y sus alrededores. Es un tema recurrente y previsible, porque sucede sistemáticamente cada inicio de primavera, pero en esta nueva temporada nos encontramos con novedades preocupantes.
Los casos de mascotas envenenadas en el Galiñeiro y Samil denunciados estos días en los medios de comunicación son apenas la punta del iceberg. Hasta ahora los casos documentados de animales, silvestres y domésticos envenenados localizados en el entorno de Vigo se extendían mayoritariamente por zonas rurales y forestales. Excepcionalmente se producía alguna víctima en parques urbanos, pero cuando se localizan cebos envenenados en zonas tan concurridas por humanos y mascotas como Teis, el paseo de Samil o los jardines de Montero Ríos el problema alcanza nuevas dimensiones.
El procedimiento empleado por los envenenadores es el clásico: un cebo, generalmente compuesto por comida para perros o gatos al que se añade el veneno y se deposita en zonas estratégicas. A veces el nivel de sadismo y alevosía al planificar estas masacres alcanza cotas incomprensibles para alguien con buena salud mental. Se han localizado en Vigo cebos con cristales triturados o incluso alfileres en su interior. Podemos imaginar lo que pueden producir al animal que los ingiera.
El lugar donde se localizan estos cebos envenenados es indicativo del tipo de víctimas que se pretenden provocar, aunque dicha pretensión es una ilusión, porque el veneno no es selectivo y cualquier especie que pase por allí es una víctima potencial, pero podemos arriesgarnos a establecer dos tipologías de envenenadores. Por una parte el que lo emplea en zonas rurales, casi siempre una práctica asociada al presunto control de depredadores y actividades cinegéticas, y por otra parte el envenenador urbano, que simplemente odia a perros y gatos y va a por ellos en las colonias felinas y en las zonas de paseo de mascotas. Este segundo tipo de envenenador es el que está aumentando alarmantemente en Vigo y con casi un centenar de mascotas afectadas en el último año podemos afirmar que, con repuntes ocasionales, el problema está aumentando exponencialmente. Es necesario extremar las precauciones y resulta justificada la alarma, pero también es conveniente no confundir prudencia con pánico ni alarma con alarmismo.
En algunos foros de la ciudad se mezclan circunstancias que no tienen relación, como el veneno con la aparición de aves pelágicas muertas en las playas. Estas aves solo se alimentan en el mar, y las causas de su muerte y posterior llegada nada tienen que ver con los cebos envenenados. Por otra parte, se sigue generalizando señalar a la estricnina como el principal principio activo de los envenenamientos. En los últimos años el uso de la estricnina es cada vez más excepcional por cuestiones obvias: es ilegal, cara y cada vez un poco más difícil de conseguir, aunque no imposible. A cambio otras substancias tóxicas, más de 70 tipos distintos, son perfectamente legales, baratas y accesibles. Esa facilidad de acceso sin control alguno a semejante arsenal químico es una de las raíces del problema, la otra parte es la locura, porque solamente una persona gravemente enferma mentalmente puede dedicarse a sembrar cebos envenenados conscientes de la agonía y el sufrimiento atroz que produce a quienes lo ingieren.
En cualquier caso, evidentemente, recordemos que se trata de una práctica absolutamente prohibida y perseguida por la ley. Solo necesitamos cazar al responsable.
chequeo al medio ambiente la aparición de animales muertos
Educar a nuestras mascotas o recurrir a profesionales de la educación canina para enseñarles a que no coman nada que encuentren en el exterior puede salvarles la vida. Si notamos síntomas de envenenamiento en nuestro perro o gato es urgente provocarles el vómito (haciéndoles ingerir agua con sal o agua oxigenada rebajada) y acudir al veterinario cuanto antes. Una atención rápida es vital. La colaboración ciudadana, tan invocada por las administraciones, es fundamental para descubrir a los envenenadores. Es difícil que poniendo sus trampas en lugares tan concurridos de la ciudad alguien no los vea alguna vez. Denunciémoslos inmediatamente. Esos mismos envenenadores son seres miserables, pero también acostumbran a ser unos bocazas, y es fácil que a alguno se le escape algún comentario sobre sus «hazañas». Si tenemos conocimiento de algún comentario al respecto y no lo denunciamos nos convertimos en cómplices. El programa estatal sobre control de venenos dispone de un teléfono gratuito (900 713 182) al que debemos llamar en cuanto tengamos noticia de algún caso de envenenamiento, al igual que ponerlo en conocimiento de los agentes de Medio Ambiente, Seprona y Policía Local.
fuente : http://www.lavozdegalicia.es/noticia/vigo/2014/03/02/asesinos-sueltoseducacion-colaboracion-ciudadana/0003_201403V2C8991.htm
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