Se
trata de un gato que fue abandonado por navidades en una colonia de
Pontevedra, en una zona donde hay muchos abandonos y muchos atropellos
también. Se veía que venía de una casa porque se pegaba a todo el que
pasaba, buscaba la compañía de la gente.
Tuvo
la mala suerte de ser atropellado a finales de enero y sufrió un daño
neurológico que hace que no orine sin ayuda, a no ser por
desbordamiento, pero no conviene que llegue a esa situación, y defeca
sin darse cuenta cualquier sitio.
Es
un animal noble, que no protesta por nada que se le haga, lame a sus
cuidadores y está feliz en la clínica donde está ingresado aún.
El
problema es encontrar a alguien dispuesto a apretarle la vejiga dos o
tres veces al día para que orine y pueda tenerlo en un lugar donde sus
cacas no molesten.
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