Si es cierto que las sociedades podrían juzgarse por el modo en que tratan a sus animales, España sería culpable: abandonos, torturas, camadas sin control... Lo denunciaron ayer decenas de ciudadanos que, acompañados de sus mascotas, pidieron en la calle que se endurezcan las penas por maltrato animal.
S. R. - PONTEVEDRA Para los animales siempre es Treblinka. Fue un premio Nobel el primero en reflexionar sobre hasta qué punto hemos convertido el mundo en imposible para la vida, incluso para la de nuestros mejores amigos, una denuncia que compartieron ayer numerosos ciudadanos convocados por las asociaciones animalistas para pedir el endurecimiento de las penas por maltrato animal.Más de cien mil internautas convocaron a través de las redes sociales manifestaciones simultáneas en una treintena de localidades. En Pontevedra representantes de distintas coordinadoras y protectoras de la provincia se dieron cita en la plaza de A Ferrería para secundar la movilización.No pocos acudieron acompañados de sus mascotas, pastores, sabuesos o pequeños perros toy que siguieron a sus dueños en esta protesta para exigir esa reforma del Código Penal y solicitar la adhesión de España al convenio europeo de protección de animales de compañía.La protesta también sirvió para recabar firmas que respalden esta petición. Hasta el momento, la iniciativa popular para cambiar el Código Penal cuenta con cerca de 400.000 firmas que se espera incrementar sensiblemente con las movilizaciones de ayer.El detonante de este movimiento fue el caso de un cachorro schnauzer torturado, cuyo propietario prometía en un vídeo ensañarse con más animales que cayesen en sus manos. El vídeo se sumaba a precedentes que alarmaron a las asociaciones de defensa animal, como el caso de un individuo que decidió deshacerse de él, lo ató al todoterreno, lo arrastró durante casi un quilómetro y lo abandonó para que agonizase al lado de un puente, donde apareció dos días después. El autor solo fue condenado a 6 meses de prisión y no ingresó en la cárcel.No son casos aislados, como reconocen las protectoras de animales, pero puso de manifiesto la tibieza de la legislación española ante el maltrato animal y la indefensión de las mascotas en este país.
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