Cuando los encargados de la Protectora de Animales de Vilagarcía llegaron ayer al refugio de Pinar do Rei se encontraron con que los desaprensivos habían vuelto a hacer de las suyas durante la noche. Una de las ventanas había sido destrozada y los asaltantes que habían accedido por ese hueco se habían entretenido destrozando lo que encontraron a su paso. Por desgracia, esa estampa ya no fue capaz de sorprender al personal que atiende la perrera, acostumbrado a que un fin de semana sí y otro también los vándalos ocasionen destrozos y roben lo que puedan en las instalaciones que gestiona la Protectora.
Hace una semana los perros del refugio también recibieron una visita nocturna que se llevó un microondas. Los encargados del servicio, cansados ya de interponer denuncia tras denuncia, no dieron parte de este hecho. Pero ayer volvieron a encontrarse con que el edificio había vuelto a ser violentado y los autores de estos hechos habían destrozado un lavabo y ocasionado otros daños en el local. Así que en este caso el personal de la perrera decidió presentar denuncia por los dos hechos, el de la semana pasada y el ocurrido en la madrugada del sábado.
«Ya estamos aburridos», decían ayer. Y no es para menos. En aproximadamente un mes, el refugio de animales de Pinar do Rei sufrió cinco asaltos. Los responsables de la Protectora piden mayor vigilancia, pero sobre todo reclaman que se instalen unas cámaras en el recinto para disuadir a los vándalos, porque el hecho de que una patrulla de la policía pase por allí a una hora determinada no sirve, como ha quedado demostrado, para evitar que ocurran este tipo de situaciones. «¿De qué sirve que vengan a las dos si ayer cuando llegaron ya estaba esto así?», se preguntan.
Hay que tener en cuenta que las instalaciones se encuentran en un lugar aislado y, por lo tanto, muy poco transitado, de modo que a los rateros les resulta muy sencillo acceder al recinto y llevarse lo que allí haya o causar destrozos sin que nadie les moleste. El hecho de que una patrulla policial ronde por las inmediaciones una vez en toda la noche no parece servir de mucho a la hora de evitarlo. Así que el personal que se encarga de atender a los perros considera que una buena solución sería la colocación de cámaras de seguridad en la instalación municipal.
Hace menos de un mes la perrera sufrió tres robos consecutivos en dos semanas. En uno de esos episodios fueron arrancados los barrotes de una de las ventanas de la caseta del refugio para llevarse comida de animales, unas tijeras y una grapadora. Un pobre botín para tanto destrozo. En los otros dos robos se llevaron material tan pintoresco como bloques de construcción, cemento, y otro más habitual como un microondas, una cafetera o una radio.
Ante la reiteración de este tipo de episodios, la Protectora insiste en la necesidad de frenar estos actos que perjudican a un servicio que hace cada día malabarismos económicos para poder atender a los animales abandonados.
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