Calígula es un abuelito recogido moribundo en medio de unos matorrales. Miles de garrapatas encima, esqueleto marcado, no se sostenía en pie y las uñas de las patas delanteras le daban la vuelta. Seguramente y por la marca de su cuello fue perro de cadena hasta que no les sirvió para más. Contra todo pronóstico el abuelo se nos va poniendo en forma, se sostiene y ya camina aunque aún a duras penas, y con escasas fuerzas por momentos deja entrever el caracter rudo que solo una ruda vida puede dar, hasta que los mimos lo hipnotizan. Empieza a aprender que no estando siempre enfadado se pasa mejor, y a ver si en el escaso tiempo que le queda de su vida perdida le aparece un hogar que compense todo el mal que le han hecho, aunque nos parece que ni siquiera este mundo le va a dar eso.
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