Esta es su historia :
Desde hoy tienes, nombre, te llamarás Rufo. Rufo era un perro al que quisieron mucho y yo, con la esperanza de que se te pegue algo, te he llamado así. Tú lo has aceptado con resignación, estabas más preocupado por dormir, al fin, que por tu identidad.
Quiero decirte Rufo que hoy empieza tu camino de nuevo. Ya sé que hasta ayer pensaste que eras invisible, pero yo te estaba viendo. Te vi en la puerta del mercado, cuando la señora de las flores te pisó el rabo y tú lloraste.
Te vi después, sentado frente a la puerta del banco, cuando fui a hacerme ver yo también, porque te confieso, Rufo, que en el banco yo también me vuelvo un poco invisible.
Sé que tú me viste todas esas veces, alguna también me seguiste, asustado, por si hubiera una oportunidad…
Ayer por la noche un grupo de gente salía de un restaurante. Todos eran jóvenes y estaban en la puerta formando un círculo, riendo y bromeando...y tú, Rufiño, aún sin nombre, plantado frente a ellos, sentado, con tus ojos de bebé seguías esperando.
No abunda la gente que ve perros, incluso los que os vemos, a veces, debemos fingir no veros. En un eterno debate conmigo misma volví a hacer la cuenta de los perros y gatos que tengo, del trabajo que me paso, del espacio que me queda, del tiempo medio estimado que puede pasar entre que te cojo y te acogen o adoptan…cuentas y más cuentas.
Salí a buscarte al fin, con la única esperanza de que al menos nos acompañe la suerte y seas de esos a los que se les ve a la primera. Estabas dormido en la acera.
Has sido un lío, para que te voy a mentir. Somos demasiados, ya lo has visto. Mientras te quitaba garrapatas y te ponía de comer me has contado tu historia. Una se vuelve un poco detective interpretando pistas. Corrígeme si me equivoco.
Rufo, tú vivías encadenado, tienes una marca en el cuello de haber llevado un collar muy apretado. Eres muy jovencito, tal vez un año, tal vez menos. Tienes ganas de jugar y pasaste mucha hambre. Te has comido todo lo que te he ido poniendo desde ayer…En tu vida de perro pobre no te han hecho mucho caso, eres asustadizo y un poco llorón…
Además, eres bueno y cariñoso, por obvio no debería ponerlo, pero lo pongo. Serás un regalo para quien te sepa ver, y hoy empezamos a buscar. Bueno, tú, creo, hace tiempo que empezaste.
Buscaremos una familia para ti, y mientras puedes dormir otro poco, tanto ir y venir ha puesto una pizca de tristeza en tus ojitos de cachorro, y eres muy pequeño para andar acumulando penas.
Quiero decirte Rufo que hoy empieza tu camino de nuevo. Ya sé que hasta ayer pensaste que eras invisible, pero yo te estaba viendo. Te vi en la puerta del mercado, cuando la señora de las flores te pisó el rabo y tú lloraste.
Te vi después, sentado frente a la puerta del banco, cuando fui a hacerme ver yo también, porque te confieso, Rufo, que en el banco yo también me vuelvo un poco invisible.
Sé que tú me viste todas esas veces, alguna también me seguiste, asustado, por si hubiera una oportunidad…
Ayer por la noche un grupo de gente salía de un restaurante. Todos eran jóvenes y estaban en la puerta formando un círculo, riendo y bromeando...y tú, Rufiño, aún sin nombre, plantado frente a ellos, sentado, con tus ojos de bebé seguías esperando.
No abunda la gente que ve perros, incluso los que os vemos, a veces, debemos fingir no veros. En un eterno debate conmigo misma volví a hacer la cuenta de los perros y gatos que tengo, del trabajo que me paso, del espacio que me queda, del tiempo medio estimado que puede pasar entre que te cojo y te acogen o adoptan…cuentas y más cuentas.
Salí a buscarte al fin, con la única esperanza de que al menos nos acompañe la suerte y seas de esos a los que se les ve a la primera. Estabas dormido en la acera.
Has sido un lío, para que te voy a mentir. Somos demasiados, ya lo has visto. Mientras te quitaba garrapatas y te ponía de comer me has contado tu historia. Una se vuelve un poco detective interpretando pistas. Corrígeme si me equivoco.
Rufo, tú vivías encadenado, tienes una marca en el cuello de haber llevado un collar muy apretado. Eres muy jovencito, tal vez un año, tal vez menos. Tienes ganas de jugar y pasaste mucha hambre. Te has comido todo lo que te he ido poniendo desde ayer…En tu vida de perro pobre no te han hecho mucho caso, eres asustadizo y un poco llorón…
Además, eres bueno y cariñoso, por obvio no debería ponerlo, pero lo pongo. Serás un regalo para quien te sepa ver, y hoy empezamos a buscar. Bueno, tú, creo, hace tiempo que empezaste.
Buscaremos una familia para ti, y mientras puedes dormir otro poco, tanto ir y venir ha puesto una pizca de tristeza en tus ojitos de cachorro, y eres muy pequeño para andar acumulando penas.
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